04.

Diversidad Cultural

Juicios valorativos sobre las lenguas, conceptos lingüísticos para contrastarlos en el contexto de la migración y expatriación

Mela Bosch [1]

1Lingüista, Ex Directora de CAICYT-CONICET.

Miembro de la Comunidad de Práctica BabelPsi

https://orcid.org/0000-0002-9564-6239

Resumen

El artículo presenta un recorrido de conceptos lingüísticos para ser utilizados como instrumento de despeje terminológico para el intercambio interdisciplinario entre los profesionales de lingüística, psicología, psicoanálisis y psiquiatría que participan en el proyecto institucional de investigación Lenguas en la migración y expatriación de la Comunidad de Práctica Babelpsi. Los aspectos lingüísticos explorados se orientan a separar los juicios valorativos más difundidos, que pueden conllevar cargas de prejuicio, de las situaciones objetivas del contacto entre lenguas y culturas. Además, para dar un marco al trabajo psicoterapéutico, se presentan herramientas conceptuales lingüísticas para contrastar las prácticas valorativas negativas. Esta presentación de temas tiene como fuente la investigación bibliográfica que se referencia y el aporte vivencial y de intercambio surgido durante las reuniones del equipo de investigación.

Palabras clave: ACTITUDES LINGÜÍSTICAS; COMPETENCIA COMUNICATIVA; CONTACTOS ENTRE LENGUAS; LENGUAS EN LA MIGRACIÓN Y LA EXPATRIACIÓN; PREJUICIOS LINGÜÍSTICOS.


1. Juicios valorativos de las personas sobre las lenguas


1.1. Introducción

En el marco del proyecto institucional de investigación Lenguas en la migración y la expatriación de la Comunidad de Práctica BabelPsi estudiamos a través de bibliografía y análisis de situaciones los diferentes aspectos de la ansiedad lingüística (lenguajera). La misma es definida como la reacción emocional que se desencadena en una persona en el momento del contacto, aprendizaje o el uso de otra lengua (MacIntyre, 1999, citado por Dewaele, 2017).

La subjetividad e intersubjetividad en el lenguaje son un campo complejo, por lo que en nuestro trabajo nos vimos enfrentados a fenómenos que se encuentran por fuera de conceptos lingüísticos de carácter científico ya que la génesis de muchas de las reacciones emotivas relacionadas con las lenguas parecen tener su origen en los juicios valorativos que una persona o comunidad pone en práctica acerca de una o varias lenguas.

En cuanto a la definición de qué es un juicio de valor, llamado también juicio valorativo o afirmación de valor, hay una amplia bibliografía que pertenece al campo de la axiología, rama de la filosofía que estudia los juicios, entendidos como ideas razonadas sobre un conjunto particular de datos, informaciones y conocimientos. En nuestro contexto, con un enfoque de filosofía analítica contemporánea, consideramos que conllevan, además, creencias fundamentadas no solo en lo intríseco de la cosa valorada, sino en valores extrínsecos basados en sentimientos y deseos individuales (Mackie, 1977).

Los juicios valorativos, entonces, son construcciones individuales que pueden, o no, poner en acto prejuicios, definidos como la actitud hostil sentida o expresada, basada en una generalización inflexible y errónea, dirigida hacia uno o varios individuos por pertenecer a un grupo determinado (Allport, 1954, citado por Ungaretti, 2016).

La exposición de conceptos que presentamos aquí ha sido elaborada para dar un marco terminológico al trabajo interdisciplinario con los profesionales de psicología, psicoanálisis y psiquiatría que llevan adelante el proyecto mencionado más arriba. Nuestro interés es ofrecer un marco de referencia en el trabajo psicoterapéutico orientado a la migración y expatriación que permita separar los juicios valorativos que pueden conllevar cargas de prejuicio, de las situaciones objetivas propias del contacto entre lenguas y culturas. El conjunto de conceptos presentados tiene como fuente la bibliografía de referencia y el aporte vivencial y de intercambio surgido durante las reuniones del equipo de investigación.


1.2. Idea de lengua

El primer concepto con el que trabajamos es el de idea de lengua.

La lengua como objeto científico de la Lingüística, tal como lo enunció F. de Saussure a inicios del siglo XX, considera cada lengua como un sistema de signos arbitrarios de construcción social (Saussure, 1980).

La lengua, con este alcance, aunque considerando aspectos que veremos más adelante, es el objeto científico que tendremos como referente en nuestra investigación.

Pero la idea de lengua no es la lengua como objeto científico, sino una construcción individual que se retroalimenta socialmente y que se elabora tomando elementos que se expresan como juicios de valor sobre la(s) lengua(s) que alguien habla e incluso sobre las que no conoce, o conoce en forma limitada. Como resultado de sus ideas de lengua, las personas atribuyen valores afectivos, estéticos y morales a su actividad como hablantes, a esto se agrega, además, sesgos basados en su experiencia personal, prejuicios de la época, situación geográfica o grupo social. Una parte importante de estas ideas de lengua están influenciadas por las visiones eurocéntricas de los países colonialistas del siglo XIX y XX (Yaguello, 1988).

Las ideas de lengua impregnan muchos estudios, incluso algunos pretendidamente científicos. Así es que se atribuyen a las lenguas rasgos, cualidades o defectos que no corresponden a ningún registro objetivo. Por ejemplo, una lengua es bella, armoniosa o musical, otra es fea, disonante, otra es más lógica o más “cercana a la naturaleza de las cosas”. Otra lengua es pura, otra impura. Algunos afirman: el francés es claro, el italiano es musical, las lenguas africanas son simples, el inglés es fácil, el chino no tiene gramática.

Estas ideas de lengua se complementan con prejuicios de tipo elitista, como por ejemplo: las lenguas sin tradición literaria no son lenguas, incluso se llega a afirmar que los hablantes de «lenguas primitivas» tienen mentalidades pre-lógicas. También se suman prejuicios sobre los hablantes de las lenguas: los eslavos no son dotados para las lenguas, los negros no pueden reconocer la letra r, los hablantes de lenguas latinas no pueden hablar bien las lenguas sajonas o al contrario, etc.

Las ideas de lengua inspiran resistencias o entusiasmos que desencadenan emociones: así un cambio de vocabulario o gramatical en el interior de una lengua puede percibirse como una degeneración, una amenaza a la integridad de la cultura, tal es el caso de la encendida discusión sobre el lenguaje inclusivo.

La idea de lengua que las personas ponen en acto es la base de las actitudes de los hablantes frente a las lenguas. Estas actitudes implican un aspecto complejo que es el de las actividades metalingüísticas.


1.3. Actitudes metalingüísticas de los hablantes

El concepto de metalingüístico y de metalengua dentro del campo disciplinario de la lingüística general indica el uso de la lengua para referirse a la lengua misma, tiene un valor de tipo teórico, cuya función es describir una lengua (Benveniste, 1966).

Pero tiene un segundo sentido: alude a la capacidad de una persona para reflexionar sobre sus propios procesos y productos cognitivos en relación con las lenguas. Cuando hablamos de actitudes y actividades metalingüísticas nos referimos a la reflexión sobre el lenguaje que usa y comprende una persona, y que implica el control conciente y la planificación intencionada de los procesos lingüísticos que realiza, la reflexión sobre la competencias de comprensión y habla, propios o de otros (Gombert, 1996).

Cuando una persona hace un juicio valorativo sobre una lengua o varias lenguas está realizando actividades metalingüísticas. Además, pone en acto su idea de la lengua o de las lenguas que tiene, pero que, repetimos, no son las lenguas como objeto real, ni científico.

Estas vivencias configuran conductas que pueden ser constantes o variar, y que influyen a su vez en la actividad metalingüística, en el control conciente del uso de la lengua. Las actitudes de los hablantes frente a las lenguas han sido objeto de estudios en el campo de la sociolingüística (Labov, 1991).

Estas conductas pueden ser dominantes o mezcladas y alcanzan tanto a personas monolingües como plurilingües. Tomando como referencia las actitudes más generalizadas (Chamorro, 2021), hemos hecho una síntesis y proponemos las siguientes:

  1. Actitud explicativa: personas que realizan una racionalización sobre el uso e incluso pueden teorizar sobre una o varias lenguas. Se muestran interesadas en el origen de las palabras, en la comparación entre las lenguas, en la traducción, en las posibilidades o no de comprensión y transmisión entre las lenguas. Esta racionalización puede incluir datos científicos pero también ideas de lengua.
  2. Actitud apreciativa: en su reflexión se inclinan a expresar juicios sobre la belleza, la musicalidad, la lógica, la claridad, la simplicidad de una u otra lengua.
  3. Actitud normativa: muestran preocupación por las formas de “corrupción” por lo que consideran las formas correctas e incorrectas.
  4. Actitud transparente: son personas cuya actitud ante las lenguas es como si estas no existieran realmente, no parecen reparar en los aspectos relacionados con ellas.

Como indicamos, las actitudes metalingüísticas vehiculizan ideas de lengua en las cuales se encuentran embebidos prejuicios cuyos tópicos más difundidos presentamos seguidamente.


1.4. Tópicos en las actitudes metalingüísticas

Los prejuicios en general configuran un complejo multidimensional que opera con tópicos, temas, que funcionan como etiquetas que reúnen con un mismo nivel injustificado e indiscriminado personas pertenecientes a diferentes grupos. Por ejemplo: los grupos derogados, dentro de los cuales se engloban las personas feas, obesos, discapacitados, pacientes psiquiátricos, africanos, indios, árabes, inmigrantes, mujeres, desempleados, gays. Grupos peligrosos: terroristas, criminales, vendedores de droga, satanistas, drogadictos; o bien, grupos disidentes como izquierdistas, feministas, ateos (Ungaretti, 2015).

En lo que se refiere a las lenguas detectamos tópicos de intolerancia, por ejemplo, y que se expresan con el uso de adjetivos que califican como bueno, malo, correcto o incorrecto, o adecuado o inadecuado, referidos a una palabra o expresión.

Aclaramos que no estamos ante la agresión verbal, la ofensa o el insulto, realizables en cualquier lengua porque se trata de la elección deliberada de palabras cuyo contenido lesiona a su receptor. El prejuicio opera en otro nivel y se vale de estos tópicos, temas repetitivos que impregnan los juicios valorativos de una persona.

Otros tópicos que detectamos son los de contenido racista o elitista, por ejemplo considerar que hay lenguas “evolucionadas” que son más “ricas y complejas” y corresponden a pueblos “cultos”, en tanto que las lenguas que pertenecen a “pueblos atrasados” son más “pobres”, “primitivas” o “simples”.

Como hizo notar Allport hace ya mucho tiempo, el objeto específico del prejuicio no necesita tener materialidad y la persona que los actúa ve afectada su vida interior por la hostilidad y el miedo al otro (Allport, 1954).

La única forma que tenemos de enfrentarlos es la reflexión sobre nuestras propias actitudes metalingüísticas y el examen atento de nuestras propias ideas de lenguas y actitudes resultantes.

Para ello disponemos de un valioso armazón fundamentado de conceptos científicos que ha desarrollado la lingüística especialmente desde inicios del siglo veinte hasta nuestro días y que ha logrado separar las conceptualizaciones idiosincráticas, elitistas y colonialistas que habían sesgado hasta entonces muchos estudios sobre las lenguas.

Presentaremos algunos de estos conceptos que hemos logrado despejar por medio de un trabajo de dos años en el equipo de investigación Lenguas en la migración y expatriación tomados del amplio espectro de la lingüística general, sociolingüística y terminología que esperamos nos permitirán considerar de manera simple, clara y objetiva los contactos entre las lenguas y culturas.


2. Conceptos lingüísticos para contrastar los juicios valorativos sobre las lenguas


2.1. El contacto entre lenguas y culturas: superestrato, sustrato, adstrato

Resumiendo, los juicios valorativos basados en las ideas de lengua, a veces con su carga de prejuicios, configuran las diferentes actitudes de una persona ante las lenguas y se desarrollan en forma individual, aunque con influencia del medio social, e impactan en las estrategias para comunicarse por parte de cada uno al enfrentarse a situaciones de multilingüismo.

En nuestro caso, nos interesa el contacto entre lenguas en las historias individuales de migración o expatriación propia o de padres o abuelos. Incluso consideramos que en los países con historia colonial el contacto tiene su origen por la irrupción de la lengua de los colonizadores sobre las lenguas locales. Todos estos aspectos son considerados en la genealogía familiar de las lenguas de una persona, y aquí es necesario considerar las diferencias entre lenguas primeras, segundas, entre lenguas heredadas y la herencia lingüística.

En el proyecto Lenguas en la migración y expatriación estamos avanzando sobre estos temas en forma interdisciplinaria y serán objeto de otros documentos que presentaremos más adelante.

Volvemos entonces a los conceptos que son insumo para el despeje de la relación entre lenguas y culturas en las personas, valiéndonos de una terminología rigurosa y científica: cuando dos lenguas o dos culturas entran en contacto, el equilibrio y la simetría raramente son exactos, igualitarios o equitativos. Se trata de una compleja situación socio-política y cultural. Esta disimetría es vivenciada e impacta en las actitudes individuales, es por ello, repetimos, que es necesario valernos de conceptos no connotados valorativamente.

La sociología ha analizado el enorme poder de violencia simbólica que tiene el lenguaje. Bourdieu puso en tela de juicio la definición de lengua de Saussure, para quien es un código arbitrario que, si bien es social, parecería creado por fuera de las personas, entendidas solo como sujetos hablantes. También consideró el modelo de Chomsky como insuficiente, ya que también se apoya en las competencias generativas de cada persona poniendo entre paréntesis las situaciones intercomunicativas. Para Bourdieu, ninguno de estos lingüistas da cuenta de la realidad social, ni de las condiciones sociales de producción y utilización de las lenguas, por lo que propone estudiar la lengua dentro de una economía de intercambios simbólicos en la que intervienen fuerzas políticas y económicas que ponen en acto relaciones de poder entre los hablantes y los sujetos sociales con quienes interactúan (Bourdieu, 1982).

Este enfoque unido a otros aportes filosóficos sobre las relaciones entre la dominación y los discursos en las sociedades, como los de Foucault y Deleuze entre otros autores, abrieron un campo de análisis sociolingüístico innovativo sobre las lenguas opresoras o dominantes y la situación de los hablantes de lenguas minorizadas. Encontramos así una nueva orientación para la sociolingüística que se había iniciado en los años 60 con Labov, quien se concentraba en las variaciones gramaticales y fonológicas ligadas a las diferencias étnicas y sociales, aunque sin poner en cuestión las relaciones de socio-políticas involucradas (Simonin; Wharton, 2013).

La actual sociolingüística crítica estudia la situación de las lenguas minorizadas o en peligro de extinción como las de pueblos originarios de América, África y Australia, así como la de las lenguas regionales europeas, catalán, gallego, euskera, proponiendo políticas de protección y fomento. En algunos casos se llegó a acuerdos políticos importantes como la Carta Europea de lenguas regionales y minorizadas (COE, 1992).

En el contexto de nuestro proyecto interdisciplinario consideramos que la sociolingüística crítica nos da claves fundamentales para entender cómo se articulan estos fenómenos sociales en los casos individuales, familiares o grupales que nos interesan.

Sin embargo, necesitamos formas de designación de las situaciones de contacto entre las lenguas y culturas que nos permitan ponerlas entre paréntesis (para luego darles o no, según sea necesario, un valor dentro del marco de la sociolingüística crítica).

Para ello nos remitimos a la propuesta de un lingüista italiano del siglo XIX cuyo análisis visionario permite identificar las situaciones de lenguas y culturas en contacto y que ha tenido un amplio campo de aplicación, aún hoy, en muchas lenguas. Graziadio Isaia Ascoli, de origen y lengua judía, nacido en Gorizia, extremo balcánico de Italia, en el período de dominación austríaca, comprendió, en este ambiente multicultural, que era necesario nombrar estos contactos entre las lenguas de un modo que permitiera referenciarlos en forma rigurosa aún en medio de las tensiones socio-políticas. Para ello recurrió a la metáfora de las capas geológicas, los estratos terrestres. Considera una lengua de superestrato a la lengua que se impone sobre otra u otras, por razones de mayor difusión, ya sea por peso social, político o económico. En contraposición, a la lengua que queda en situación supeditada se la llama lengua de sustrato. Finalmente, cuando las lenguas están simplemente en contacto y se interfieren unas con otras, se las llama lenguas en adstrato, que pueden deslizarse hacia un superestrato o un sustrato (Coseriu, 1983).

Estas tres distinciones nos permiten analizar la posición de una lengua para un hablante individual, familia o comunidad. Igualmente, evitamos hacer simplificaciones: tenemos claro que las lenguas de superestrato pueden ser identificadas por su imposición coercitiva y/o violenta como lenguas dominadoras u opresoras. Y muchas lenguas de sustrato cuando se encuentran en un contexto de opresión son lenguas oprimidas, relegadas o minorizadas. Asimismo, una persona o comunidad puede no percibir las diferencias si está en situación de superestrato, al ser un nivel de privilegio. En casos de inmigración o expatriación, la lengua de origen de una persona se puede encontrar socialmente como sustrato, respecto de la lengua del país de acogida, que pasa a tener el peso de lengua de superestrato. Los países colonialistas, por su parte, han impuesto sus lenguas como lenguas de superestrato sobre las lenguas locales de los colonizados que han desarrollado diferentes estrategias de resistencia y risilencia con los fenómenos que veremos seguidamente (Thomason, 1992).


2.2. Casos de contacto entre lenguas y culturas

La creatividad humana hace que las lenguas en contacto, sea cual sea su situación, incluso con una fuerte voluntad normativa, no permanezcan inmutables. Usualmente, se producen interferencias entre ellas y, si es muy pronunciada, llega a una hibridización.

Los términos de lengua interferida y lengua híbrida no son muy felices, en realidad aluden a un momento en la vida de una lengua, porque de hecho todas las lenguas son mezclas de otras, sucedió en el pasado y continúa aún, hay un flujo en el tiempo y el espacio.

Se ha dado a lo largo de la historia que aparecen lenguas interferidas por situaciones de contacto que generan una lengua particular que no es estable, sino que varía en los usos en cada persona que crea una interlengua, una lengua transición, mientras aprende la lengua segunda. Pero en este momento estos fenómenos ocurren en períodos más breves y abarcan comunidades enteras y surgen lenguas mixtas con mucha amplitud de uso. Es el caso del spanglish, que está siendo estudiado en relación con las variedades socioculturales de las diferentes comunidades latinas en Estados Unidos (Escobar, A., Potowski, K., 2015).

Una situación similar, con diferentes aspectos sociopolíticos y culturales, es el del portuñol, entre el portugués y el español, en la frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay y Uruguay (Albertoni, 2021).

Existen otros fenómenos de contactos entre lenguas que han sido identificados especialmente desde el colonialismo europeo y la actual globalización: el pidgin, que denomina un tipo de lengua que dos hablantes usan cuando no disponen de una lengua común, es segunda lengua para cada hablante. Toma su nombre del inglés que se usaba en China entre hablantes de diferentes lenguas chinas para entenderse durante el período de colonialismo inglés. Cuando un pidgin se consolida y llega a ser difundido y hasta ser escrito, se transforma en un créole y puede ser lengua materna para los que la usan desde la infancia. El término deriva del francés modificado que tuvo su origen en el que usaban las diferentes comunidades africanas que hablaban diferentes lenguas de origen en las colonias francesas. El sabir, en tanto, es una segunda lengua solo para uno de los hablantes. El término deriva del francés limitado que los hablantes del norte de África usaban para comunicarse con los dadores de trabajo franceses. El sabir puede ser un pidgin cuando las personas lo usan para entenderse entre sí cuando no tienen una lengua común. Se dan fenómenos de italiano sabirizado, o inglés sabirizado, etc., entre trabajadores de distintas nacionalidades en fábricas, costrucción, etc. (Yaguello, 1988).

A medida que en lo últimos años se han intensificado los contactos entre lenguas y culturas en el mundo, nos encontramos ante fenómenos de contactos más complejos, como el surgimiento de una polilengua, que surge a medida que el plurilingüismo se impone como norma en grandes cantidades de personas en el mundo.

La polilengua es una o varias lenguas interferidas unas con otras, usada por personas que las hablan con fluidez, o al menos corrientemente no pasan de una a otra en forma completa, sino que realizan mezclas entre ellas. En internet las polilenguas están muy difundidas, hablantes de alemán que usan largas frases en inglés, mezcladas con expresiones en español, o turco. El término polilengua deriva de una supuesta lengua del futuro que propuso el escritor Philip K. Dick en la novela que dio origen al filme Blade runner dirigido por Ridley Scott, donde un personaje hablaba una polilengua formada por chino, español e inglés, que, según muchas prospectivas, serán las lenguas más difundidas en el futuro (Dick, 1968, referencia de Wikipedia).

El problema de las lenguas interferidas es que sus hablantes sienten no pertenecer, y de hecho no pertenecen realmente, a ninguna de las comunidades de las lenguas en contacto. En muchos casos no logran una competencia adecuada a ciertos niveles esperados en ninguna de las lenguas, por lo que su situación de inserción social suele ser complicada. Surge así un campo de apreciaciones sobre los niveles de uso de las lenguas.


2.3. Tensiones sociales relacionadas con las lenguas: lenguas estándar y subestándar

Así como resulta difícil establecer sin valoraciones la relación entre lenguas y culturas, también lo es para indicar el nivel de calidad en el uso de una o más lenguas por parte de una persona o comunidad sin aludir a los prejuicios de ignorancia, incapacidad, defecto, etc.

Para evitar esto, los lingüistas utilizamos los conceptos lengua estándar y subestándar. El nivel de estandarización no refiere a calidades normativas, o de lenguas oficiales, tampoco se refiere a la lengua literaria. Denominamos lengua estándar a aquella cuyos rasgos fonéticos y léxicos corresponden a la mayor cantidad de hablantes y que puede ser relevada en un corpus lingüístico de una comunidad a través de diferentes instrumentos que extraen los usos de fuentes impresas y de medios de comunicación. Para ello, se están desarrollando en muchas lenguas trabajos de recopilación para establecer el estándar en un momento y espacio determinados, ya que se trata de valores relativos (Ducrot, 1972).

Esta recopilación puede ser en forma de diccionarios, glosarios, y actualmente en corpus digitalizados.

En relación con estos estándares, se establece como lengua subestándar aquella que muestra un léxico más reducido y, a veces, cambios en la pronunciación, prosodia o alteraciones en la sintaxis. Se denomina esto con un juicio de valor: “lengua vulgar” o “hablar mal”.

Es posible considerar objetivamente que las personas que se valen de recursos lingüísticos como pídgin, sabir, créole, o polilenguas, tienen dificultad para acceder a un nivel estándar en alguna de las lenguas que usan. Sin embargo, para los lingüistas estos cambios pueden no significar un estándar inferior al numéricamente mayor, sino una marca cultural o incluso configurar una lengua vernácula. El sociolingüista Labov realizó un relevamiento en los años 70 estudiando la lengua de la comunidad afrodescendiente de Estados Unidos y estableció las características de lo que llamó African American Vernacular English. Mostró que estas formas pueden ser consideradas lenguas vernáculas, llamadas también lenguas locales, y tienen espacios, expresividad y peso cultural propios no reducibles a la lengua estándar de referencia (Labov, 1972).

Las variantes locales de las lenguas pueden ser objeto de juicios de valor socialmente negativos y sus hablantes para preservarse alternan su uso con la lengua estándar que llega a funcionar como una lengua de superestrato.

Aquí aparecen a veces fenómenos de hipercorrección, las personas corrigen exesivamente su pronunciación o sintaxis al punto de que terminan produciendo los errores que deseaban evitar. Un ejemplo en el español es la “s” en la desinencia verbal del tú: “¿Ves un árbol?”. La correcta pronunciación de la “s” final es considerada una marca de buen nivel de lengua frente a las formas subestándar de ausencia o aspiración de la “s” final en los verbos. Pero por hipercorrección al pasarlo al pretérito simple dicen: “¿Vistes un árbol?”.

Finalmente, nos queda considerar formas paralelas a las lenguas estándar, subestándar y vernaculares, que es el caso de las jergas, que son variaciones de vocabulario, prosodia y hasta de la sintaxis por parte de un grupo social particular, músicos, grupos políticos, drogadictos, grupos con trabajos comunes: tecnología, transportes, etc. Estos fenómenos nos llevan a considerar otras cuestiones que veremos seguidamente.


2.4. Formas prestigiosas y no prestigiosas en uso de las lenguas

En el marco del proyecto Lenguas en la migración y la expatriación en lo referido a los juicios valorativos sobre las lenguas, lo que nos interesa es ver su impacto en el espectro emotivo, en la ansiedad en forma puntual y, en forma general, en los aspectos identitarios. Pero también nos resulta fundamental considerar las posibilidades y recursos de comunicación que las personas ponen en acto.

La lengua es un producto social, su potencia comunicativa se basa en cuánto es posible comprender e intercambiar mensajes, conceptos, emociones. Con las lenguas vernáculas o interferidas, incluso con las jergas, frente a las variaciones que tienen respecto de la lengua de superestrato, o la estándar, la sensación de comunicabilidad por parte de la persona que emite o recibe está limitada a quienes conocen esos usos específicos. Además, por su propia naturaleza, las jergas y las lenguas interferidas son muy móviles. Pero, esto no quiere decir que una lengua no estándar no sea una lengua con todas sus capacidades expresivas. De hecho, en este momento hay movimientos artísticos que reivindican poesía y relatos en estas lenguas, tal es el caso del poeta portorriqueño Tato Laviera, así como otros tantos que exploran estos recursos (Kanellos, 2003).

Además, los niveles de lengua no son fijos, así quien tiene un lenguaje estándar, en determinadas situaciones puede optar por un lenguaje subestándar, o por uno sobreestándar en otra situación por diferentes razones. Este fenómeno se denomina diglosia, es decir, el uso de diferentes niveles de lengua según circunstancias particulares: un hablante medio recurrirá a un nivel sobreestándar en un contexto de tipo oficial o científico o técnico, o subestándar para asemejarse a otras personas que lo hablan en otro ambiente según crea que lo requiera, el deportivo, por ejemplo.

Aquí interviene un aspecto social: se puede considerar en determinadas situaciones como más prestigioso usar un tipo de lengua con un acento particular, con una selección de palabras particular, y hasta con una estructura sintáctica específica. En muchos se trata de una diglosia, pero en otros se trata del uso de modismos, que son determinadas selecciones de unidades léxicas, sonoras o sintácticas en el interior de un nivel de lengua particular (Moreno Fernández, 2005).

En la diglosia, como en los modismos, hemos detectado a través de nuestros intercambios en el equipo de investigación que intervienen factores vinculados a juicios de valor y que para lograr reconocimiento algunas personas ponen en acto formas de imitación, un mimetismo lingüístico con sus interlocutores, para sentirse incluidas o menos excluidas, especialmente en la migración y expatriación; para esto hacen uso de competencias no solo lingüísticas, según veremos seguidamente.


3. Competencia lingüística y competencia comunicativa, implicación en la migración y expatriación


Chomsky parte del cruce de dos conceptos básicos: la creatividad del hablante y la gramaticalidad del lenguaje. Considera que toda lengua está constituida por un conjunto finito de elementos y que cada persona que los utiliza puede producir un conjunto infinito de frases. Así, un hablante, aunque se trate de expresiones que jamás usó antes, está en condiciones de saber si la secuencia de expresiones que utiliza viola o no el sistema de reglas de la lengua, es decir, si su expresión es gramaticalmente correcta (Chomsky, 1965).

Sin embargo, puede haber hablantes con mayor habilidad en alguno de estos aspectos, en la creatividad o en la gramaticalidad. De manera que podemos encontrar quienes son fuertemente creativos, pero con escaso sentido gramatical: son aquellos que logran una gran riqueza en la combinación de los elementos, pero muchas veces el uso no es adecuado gramaticalmente. O a la inversa, hablantes que tienen un gran manejo formal, pero sus expresiones al faltarles creatividad, son banales.

Esto sucede porque existe otra competencia transversal a las de hablar una o más lenguas; para definirla Jürgen Habermas ha propuesto el concepto de competencia comunicativa. Este autor sostiene que la intercomprensión semántica y gramatical no puede ser únicamente comprendida como una aplicación empírica de un conjunto abstracto de reglas. Habermas asigna un valor importante a la intersubjetividad. La competencia comunicativa es una estructura no generada sólo por el sistema de reglas ni únicamente por las condiciones extralingüísticas. Para participar de un discurso, un hablante debe disponer además de la competencia lingüística, de reglas contexto del discurso y de la interacción simbólica social, tales como comportamientos adecuados al rol, gestualidad, cortesía. Este conjunto de habilidades forman la competencia comunicativa que es transversal y complementaria a la competencia en una o más lenguas. Por esto es importante diferenciar la habilidad de una persona para usar una lengua de su habilidad para comunicar (Habermas, 1972).

Considerando este enfoque, en el curso del estudio de bibliografía y a través del intercambio de vivencias y experiencias como psicoterapeutas por parte de miembros del equipo, en el proyecto Lenguas en la migración y expatriación hemos observado que las personas que poseen una buena competencia comunicativa logran una mejor y más veloz habilidad de comunicación en las nuevas lenguas que adquieren. Asimismo vimos que en situaciones de migración o expatriación, quienes tienen mejores competencias comunicativas adquiridas por medio del estudio, las experiencias previas, la familia, etc., se encuentran en mejor situación para relacionarse.

Tambien, consideramos que en la migración o expatriación hay quienes no manejan todavía adecuadamente la lengua del país de acogida, pero poseen un bagaje de competencia comunicativa que les permite hacer uso de diferentes estrategias de comunicación, ya que pueden comprender contextos variados y tienen capacidad para expresar emociones, identificar roles, aun en lenguas que no conocen. Como contraparte, encontramos que algunas personas que traen un nivel de integración cultural y social desde sus países de origen y tienen la expectativa de usar muchos de estos recursos en el país de acogida, en algunos casos descubren que esta competencia comunicativa no es la adecuada a su nuevo medio. Hemos también considerado situaciones en que la competencia comunicativa de origen de una persona, al hacer uso en forma intensiva de recursos de tipo social y cultural, aun cuando se disponga de la habilidad lingüística, puede manifestarse insuficiente.

Nuestra experiencia como equipo de investigación en este primer momento, y lo profundizaremos con el uso de instrumentos de registro y análisis, es que la competencia comunicativa se hace más crítica cuando las personas provienen de ambientes comunicativamente muy diferentes. Por ejemplo, occidentales que migran a países de oriente o viceversa que deben aprender, además de la lengua, los códigos comunicativos. También, es el caso de personas que provienen del mismo país pero de otro contexto cultural, por ejemplo, de comunidades rurales, que difieren comunicativamente de las urbanas. Asimismo, aquellos que aprenden una lengua en su país y cultura de origen y, luego, al interactuar en el nuevo entorno comunicativo encuentran que aunque comprenden lo que se dice no logran descifrar aspectos más sutiles de comunicación.


4. Conclusión


El trabajo realizado durante dos años por el equipo de investigación institucional de la Comunidad de Práctica BabelPsi en el marco del proyecto Lenguas en la migración y expatriación nos ha permitido, a través del estudio de la bibliografía y los intercambios de experiencias sobre casos, llegar a un despeje conceptual en el amplio campo de la lingüística general, la sociolingüística y la terminología que nos permitirá abordar los impactos intersubjetivos, psicológicos y psicoanalíticos del contacto entre lenguas y culturas.

El itinerario de conceptos necesita aún profundización, también se impone el desarrollo de instrumentos de registro y análisis para una contrastación científica de sus alcances. En este sentido, ya estamos desarrollando un auxilio sistemático para dar cuenta del perfil lingüístico de pacientes y psicoterapeutas que esperamos compartir en breve.

Concluimos diciendo que pensar los aspectos psicológicos e intersubjetivos de las lenguas en la migración y expatriación requiere de una perspectiva multidisciplinaria que sea sensible a los complejos aspectos involucrados. Que logre, desde una perspectiva de contexto, sin participar en ellos, comprender las tensiones sociales y los prejuicios que se ponen en acto, orientándose hacia recursos lingüísticos equitativos y comprensivos de la diversidad social y cultural.


5. Referencias bibliográficas


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